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Cornes-Carril: Primera línea férrea gallega

El 15 de septiembre de 1873 se inauguraba la primera línea ferroviaria de Galicia entre Cornes (Santiago de Compostela) y Carril (Vilagarcía de Arousa), materializándose así por fin la idea impulsada por el Ayuntamineto Constitucional de Caril y la Sociedad de Amigos del País de Santiago de Compostela de dotar a la ciudad del Apóstol Santiago con un puerto marítimo o de una salida al mar.
Así, por Decreto del 11 de septiembre de 1861, surgía la" Real Sociedad del Ferrocarril Compostelano de la Infanta doña Isabel, de Santiago al Puerto de Carril", integrada por accionistas ingleses, emigrantes de Cuba y prestigiosos vecinos de Carril y Santiago, Dicha Sociedad Anónima contaba con un capital social de veinticinco millones de reales, de los cuales la mitad se constituían por acciones de 500 reales y el resto a través de obligaciones del 6%. 
Título de una acción de la Compañía de ferrocarril.
El proyecto original pretendía unir Cornes, ubicado en el antiguo Ayuntamiento de Conxo, hoy en día bario de la capital de Galicia, con Pontecesures, término municipal donde desembocaba el río Ulla formando la ría de Arousa, donde se iba a localizar el puerto. Este proyecto inicial no resultó viable y el planteamiento inicial fue modificado, trasladándose el final de línea a Carril. 
El 10 de febrero de 1862 los responsables del futuro ferrocarril Cornes-Carril llegaban a un acuerdo con el ingeniero inglés John Stephenson Mould y su socio Camilo Bertorini para que se encargasen de la construcción de la línea. De las obras se encargaba otra sociedad, en este caso espñola "Aldalud, Rodríguez y Compañía". Un mes más tarde, la ilustre corporación municipal del ilustre Ayuntamiento de Carril se reunía para aprobar las medidas previas que permitiesen el inicio de las mismas. Así,  y previo desembolso de 3.873 reales destinados a la limpieza de las calles, el 30 de marzo de 1863 arrancaban simultáneamente en Santiago de Compostela y Carril.
La línea de 42 kilómetros cruzaban las orillas de los ríos Sar y Ulla y de entre su infraestructura sobresalían dos puentes metálicos, el "Ponte de Ferro" sobre el río Sar, en Conxo, y el "Puente da Insúa" sobre el Ulla, en Padrón (construidos en la fundición de H.J.Potter en Manchester) y dos túneles, el de A Fervenza, en Conxo y de O Faramello, en Calo. Finalmente, entre la estación cabecera de línea y la de término, se ubicaban modestas estaciones en las poblaciones de O Casal, Osebe, A Escravitude, Padrón, Pontecesures y Catoira.
Sin embargo, la construcción de las obras de lo que sería el primer ferrocarril gallego no fue un camino de rosas. Dificultades económicas, problemas políticos y la marcha de la sociedad de distintos inversores gallegos, provocaban en 1866 la  paralización de las obras. No se reanudarían hasta que el señor John Stephenson Mould, consiguió un empréstito del "Credit Forreier" en Londres, si bien el mismo sería despedido en enero de 1871.
Viaducto sobre el río Sar, conocido como "A ponte de Ferro"
Ya poco faltaba para que los gallegos pudieran ver correr por su tierra el primer tren, pues las obras estaban prácticamente finalizadas. Desafortunadamente, en 1872 un fuerte temporal acompañado por unas intensas precipitaciones socavaron y derribaron el viaducto de Areal, ubicado en la boca sur del túnel de"O Faramello" entre las estaciones de Padrón y Pontecesures, retrasando la inauguración de la línea. 
El 15 de agosto de 1873 llegaba a la estación compostelana de Cornes la primera locomotora a Galicia y cinco días más tarde, se efectuaban las pruebas de carga y de resistencia en el viaducto de Insua, sobre el río Ulla. A finales de mes, en sesión extraordinaria, el ilustre ayuntamiento de Santiago de Compostela se reunía para preparar los actos oficiales de inauguración del ferrocarril.
El 15 de septiembre de 1873, trece años después de la creación de la "Real Sociedad del Ferrocarril Compostelano de la Infanta doña Isabel, de Santiago al Puerto de Carril" y siendo su presidente don Eugenio Montero Ríos, tenía lugar la inauguración oficial de la línea ferroviaria entre las estaciones de Carril y Cornes. Al evento acudieron numerosas personalidades de la época entre las que destacaban un gran séquito de la Corte que pudieron contemplar por primera vez la belleza de la Ría de Arousa y la isla de Cortegada.

15 de septiembre de 1873 inauguración oficial de la línea.
Dos años más tarde, tenía lugar la Primera Junta General de Accionistas de la Real Sociedad del Ferrocarril Compostelano de la Infanta doña Isabel, de Santiago al Puerto de Carril, en la que se decidía adoptar el nombre con el que este servicio era conocido entre las gentes, el ·"Ferro - Carril Compostelano".
En 1880 se hacía cargo de la gerencia de la empresa con el objetivo de dinamizarla y expandir el ferrocarril por Galicia, el inglés afincado en esta tierra John Trulock, futuro abuelo del premio nobel de literatura en 1989, don Camilo José Cela.  Amigo de J. Trulock era don Jose María Abalo y Souça, gerente de la primera compañia ferroviaria portuguesa "Beira Alta". Fruto de esta amistad, las compañías "The West" y "Beira Alta" intercambiaron conocimientos técnicos, económicos y de apoyo. Don Jose María Abalo y Souça como símbolo de su amistad y a modo de homenaje, le regaló a J.Trulock en 1866, la locomotora de rodaje 0-30 denominada "Beira Alta". Esta locomotora que se usaba como vehículo particular para inspeccionar las obras de construcción de la línea portuguesa, fue rebautizada como "Río Sar", pero los ferroviarios la llamaban "Sarita" por su pequeño tamaño. Fue construida en 1880 por la "Hunslet Egine", un taller especializado en la fabricación de pequeñas locomotoras de maniobras, a donde fue enviado su primer maquinista fue Joaquim Porto Codesido para que aprendiera el manejo de la misma. Entre sus características destacaban el tanque en albarda, un timbre de 8 kg/cm2 y unas ruedas motoras de menos de un metro de diámetro y su potencia era de 211 CV con un esfuerzo de tracción de 2409
Locomotora "Sar" 0-30, alias "Sarita".
Esta máquina que gozó y goza de gran popularidad entre los aficionados y ferroviarios gallegos  y que fue símbolo de la primera línea ferroviaria gallega se encuentra en el Museo Ferrocarrilero John Trulock (Pontevedra), en un pésimo estado de conservación, oxidada y únicamente protegida de los embistes climatológicos  por una lona-
     
Una de las pocas imágenes que se conservan de la "Sarita"
antes de que fuera cubierta por una lona y el museo cerrado.

El 7 de diciembre de 1886, iniciándose el reinado Alfonso XIII, la compañía británica "Railway Company Limited" substituye a "Ferro-Carril Compostelano" trasladando su domicilio social y el consejo de administración a Londres, aunque la gerencia, las oficinas y los talleres para el servicio de la línea y del material rodante se mantuvieron en Vilagarcía de Arousa. El 15 de enero de 1887, la empresa queda registrada como el nombre social"The West Galicia Railway Company Limited". Este cambio de denominación social también se produjo entre los usuarios del servicio, si antes lo mencionaban como "El Compostelano" o "El Carril-Cornes", pasaron a llamarlo "Te-Bes", en un intento esperpéntico de pronunciar en ingles "The West".
Estación de Cornes en Santiago de Compostela

Años más tarde, el  24 de julio de 1899, la línea inicial Cornes-Carril se expandia hacia Pontevedra quedando así unido el primogénito ferrocarril con el resto de España y Portugal vía Redondela.
Desde sus orígenes, el primer ferrocarril gallego se caracterizó por ser un servicio con mayor importancia social y cultural que económico. Todo era una comunión entre las gentes al rededor del ferrocarril. como muestra la anécdota en la que uno de los maquinistas fingía no ver la orden de marche el tren  otorgada  por el jefe de estación para que una pescadera no llegara aún al tren, lo pudiese hacer y así pudiese llegar a la plaza de Santiago de Compostela a vender su producto.
Desafortunadamente a día de hoy nada o casí nada se conserva de lo que fue el primer ferrocarril gallego, por lo que los aficionados al ferrocarril en esta tierra, nos tenemos que conformar con las escasas fotografías que se conservan del mismo, las anécdotas que aún por ahí siguen vivas y los libros que tratan de reconstruirlo. Esto se debe en mayor medida a que el Museo Ferrocarrilero John Trulock, perteneciente a la Fundación Camilo José Cela, ha cerrado sus puertas y aunque hubo diversos intentos de que el material conservado en el mismo pasase a manos del MUFERGA (Museo Ferroviario de Galicia) todo ha quedado en aguas de borrajas.





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